jueves, 9 de enero de 2014

Carta a Ana Infante Alarcón




Ana Infante Alarcón 19 - Mayo 1932 - 10 Agosto 2013 



D.E.P. Queridísima tita,

Te escribo esta carta con la convicción que no la leerás, pero sí que percibirás cada una de las palabras, sensaciones y la profundidad con la que mi alma dirigen mis dedos para escribir este mensaje que podrán ver tus niños, nietos, biznietos y todos los que te rodean con el corazón en la mano palpitando por recordar como eras, por tener la valentía de luchar contra viento y marea, por ser perseverante en convicciones y luchadora de nacimiento. Te quedaste huérfana de madre demasiado pronto. Y mis abuelos te acogieron como una hija más, para mi madre más que una prima eras una hermana, para ti mi madre y sus dos hermanas eran tus hermanas.

La enfermedad te venció. Las fuerzas te fallaron. Mordiste el anzuelo del veneno de la muerte un 10 de Agosto. Precisamente un día señalado para quien se sienta Andaluz y lleve en la sangre los genes de quien sacrificó su vida por Andalucía luchando por su libertad. Justo en el 77 aniversario de la muerte de Blas Infante, te has marchado para reunirte con él. “La sangre llama a la sangre”. Te han acompañado en esta transición las golondrinas que esperándote en la ventana de tu habitación entonaban cantos de gloria. En estos momentos antes de la desaparición definitiva de tu cuerpo descansas en la misma sala donde dos “Infantes” Teresa Rabaneda Infante – mi madre – y María Teresa Teresa Rabaneda Infante, de quienes fuiste hermana de adopción y prima de sangre conquistadora, pasaron sus últimos momentos antes de la incineración; como tú que te incinerarás en el mismo horno crematorio.


Mordiste un anzuelo que todos tendremos que morder forzados por la soga de la muerte para volvernos a encontrar en estado puro, en energía fundida con el Universo. Nos has dejado con la pena en el alma de no seguir disfrutando de ti. Me has dejado con el alma rota. Igual sea que necesitabas “Descansar en Paz” y al ser lo mejor para ti, no tengo por que apenarme. No tenemos por que hacerlo aunque sabes que no es fácil. El echarte de menos va a ser una dura lección de vida. No te digo la lección que le va a suponer a tu nieta Anali y a tu nieto Rubén. Solo tú y el sabéis lo que hablasteis. Tu sin articular palabras y el con el alma en la mano y el corazón encogido. Qué decirte de Imanol, Lidia, Amaia, Victor, Ana Marí, Manolo, Rafalito, Miren, Bego y Prudencio quien tiene el motor del corazón triturado. Qué decirte del resto de nietos y biznietos. Qué decirte de Rafael Martin Fernández a quien conociste en Larache donde naciste y luego le seguiste para ser esposa y madre de sus cinco hijos.

Eras el rayo de sol que todos necesitábamos para vivir y ahora que no estás eres el reflejo de la luna donde mirar y soñar. Donde buscar el sentido de la vida, vida que le diste no solo a cinco hijos sino a quienes te rodeamos.

Sigo recordando aquel abrazo tierno y cuidadoso con mi madre cuando esta soltó las muletas y con la cadera rota se fue a abrazarte medio bailando. No dejo de recordar la alegría que te dio y su euforia. No dejo de recordar el apoyo que le diste, que me diste con la falta de mi padre. Aquellas tardes que estabais juntas en tu casa. Cuando estabas con Antonia mi otra tía, tu otra prima y hermana de corazón. Recuerdo como si fuese hoy tu visita cuando tendría yo dos años a mi casa y cuando en fotos nos retratasteis a Amaia y a mí en la playa de Puente Mayorga. Tengo tantos recuerdos que hoy me siento vacío. Roto en el alma.

Perdóname por no estar al lado de tu cuerpo en estos momentos. Por no asistir a tu funeral e incineración. Estoy a cientos de kilómetros y no puedo desplazarme. Lo sabes. Pero sí estoy con el alma junto a tus hijos y marido, y por supuesto acompañándote en este momento.

Anoche presintiendo que ya no estabas, sin aún saberlo, te hablé media hora después de tu fallecimiento como bien sabes, recuerda lo que te pedí. Dale muchos besos a mi madre y a mi padre. Ya estás con ellos, ya te has encontrado con los tuyos a quienes no veías hacía muchísimos años. Ya estas con todos los que nos anteceden a los que seguimos aquí. Ya estas con hermanos y primos y resto de familiares que tuvieron que seguir el camino hacia la luz ante nuestra incredulidad y sentimientos de contradicción. Donde estés sé feliz en este nuevo estado. En donde estés, no nos abandones aunque sabes que debes de seguir esa luz que guía tu alma hacia un desarrollo superior. Seguiremos la estela de sangre cuando las campanas redoblen por nuestra marcha en la tierra.

Quizás algún día nos volvamos a encontrar. Quizás, solo quizás, el camino nos volverá a unir y volvamos a vivir momentos y sentimientos imborrables como los que hemos fraguado estos años de vida común. Lo que sí tengo muy claro es que has cumplido tu misión en la tierra Doctorándote en la carrera de la humanidad. Sensible, honorable, sencilla, agradecida, fiel, feliz, dulce, agradable, luchadora, … y ¿cuántos piropos más se te pueden decir en estos momentos con lágrimas en los ojos mientras te escribo?




Tu mano estaba cogida y una lágrima resbaló, un beso y una caricia eterna recibiste.

Vela por todos nosotros que nuestra alma queda eternamente agradecida por haberte disfrutado, por habernos sentidos queridos. 

“Si lloramos por que se oculta el sol, las lágrimas nos impedirán ver las estrellas” Tu ya eres una que brilla con luz propia en el firmamento, antes brillabas en la tierra.



Un beso eterno de tu sobrino Juanjo Sánchez (Infante) ©


¡Descansa en Paz!


Sábado, 10 de agosto de 2013 Barcelona - España -