sábado, 18 de abril de 2015

Querida.



Querida, 



has sido quizás una de esas casualidades más bonita que han llegado a mi vida. De nuevo la realidad ha superado la ficción y vuelvo a recordar una de esas situaciones incomprensibles pero reales: un paisaje de fabulosas fantasías que dan sentido a la vida.

Desde que te conociera has ido creciendo de forma inconmensurable, has ido enamorándome poco a poco. Has conseguido que no pueda vivir sin tu presencia. Me liberas de las torturas que mi mente agita. Me acaricias con tu esencia, me besas con el alma, me acoges con tu bondad, me inspiras con tu fortaleza, me empujas con tus resultados y me envuelves de sensaciones. No tienes fronteras y consigues que destruya las mías. Sé que me acompañaras por el resto de mi vida y que, entre tu creatividad y mi perseverancia, conquistaremos el corazón de quienes nos sigan.



Es sorprendente que, en general, entre tú y yo, ambos, desconocidos pero a la misma vez más cercanos de lo que pudiésemos pensar, cada vez que hemos realizado un encuentro, al entablar conversaciones siempre descubrimos, y así lo confesamos en la intimidad de una almohada, que existen más detalles que me unen a los protagonistas de mis diálogos cafeteros que los que nos pudiesen separar. Cierto es que hay de todo. Se dice que hasta en las mejores familias existen conflictos, pasiones, disputas y grandes vendettas. Por ello que las excepciones que confirman las reglas existan y haya quienes por sus múltiples personalidades, defectuosas capacidades, trágicas o no tan fatales experiencias, miedos, equivocaciones, necesidades dudosas a veces - otras no tanto - , obscuridades, hostilidades, rudezas o analfabetismo mental se aventuran a sumergirse en temeridades inconcebibles, y al contrario de los primeros, de esos que miran a la vida frente a frente, incitan desconfianza y vacío. 



Dicho todo esto, y sin apartarte del protagonismo de esta carta íntima de agradecimiento, deseo nombrar aquellas personas que acompañándome y desnudando la timidez, lejos de sus miedos, vicios, defectos o virtudes - entiéndase por estos cuatro términos a la propia imperfección humana que a su vez es perfecta - conocen el sentido de sus vidas, el por qué de sus emociones, el color de su alma, el objetivo de sus vidas, los sueños que desean alcanzar, las ilusiones que les mueven, el saber estar y comportarse en situaciones de tensión, el aprender de los demás, el respetar… y todo ello aunque no conozcan si el camino por el que transitan es o no el correcto. 



Sabes a quienes me refiero. Ellos son fruto, en parte de tu creación, de tus propuestas. Son quienes hasta ahora me han acompañado en mis cada vez más seguidas entrevistas. Esas entrevistas que tu, querida, conoces demasiado bien porque me acompañas en cada una de ellas dándome fuerzas, diluyendo mi timidez. 



Querida, fuiste mi tormento, mi musa, mi inspiración para conseguir ímpetu e ilusión y, sin pretenderlo, llegar a donde me has hecho llegar; sin pretenderlo dar un salto al infinito. Me haces disfrutar, sacarle, o eso creo, el jugo suficiente a los encuentros para provocar sensaciones, al menos es lo que transmiten los protagonistas y cierto es que los números, en poco más de un año, son los que avalan las estadísticas de lectura con más de doscientas quince mil entradas. 

Eres mi creatividad, mi concentración, mi actitud, mi optimismo, mi ilusión, mi sentir, una de mis más agradecidas victorias, uno de mis triunfos más dulces, mi fuerza, mi inspiración, mi niña adorada, esa que seguirá siéndolo, en tu espacio original, a pesar que pueda llegar otra niña que te complemente, que me inspire aún más a quererte. 

Nunca te robarán de mi corazón, nunca desaparecerás. Eres mi energía. Junto a ti, cada día comienza un nuevo amanecer, una nueva vida. 

Te quiero querida “Idea”

Dirigido a la idea de haber comenzado a construir nuevos horizontes; nuevos espacios donde los entrevistados engrandecen un proyecto de futuro: “Coffee with Juanjo”. 

Juanjo Sánchez ©


Algeciras, 18 de abril, 2015