miércoles, 3 de junio de 2015

Mar Marchante Ortega

  Mar Marchante Ortega es un ave nocturna que se recrea en la introspección que el reflejo de la diosa luna inspira al poeta. Es una princesa medieval enamorada. Mar es el pulmón marítimo que oxigena la tierra. La esperanza y alegría de los pobres, la abogada de los desequilibrios.

Si la vida es una competición Mar Marchante es una de las más sólidas defensoras de la libertad, de la vida, de la superación, de la creación de nuevos espacios de amor, de poemas. Mar es la fusión con el líquido elemento, un elemento de acuarelas azules, de vientos de cambios, de espacios decorados por la espuma y el salitre y teñido de aromas a Mar. Mar quien muerde el alma de nuestra poeta recibe el elogio de su víctima, una enamorada del vaivén del oleaje, de sus misterios, de su bravura, de su encanto, de su paz y de su enojo.

Una profesora vocacional que enseña por placer más que por obligación. Una poeta con nombre con denominación de origen: Macarena.


"La vida no se trata de encontrarte a ti mismo, la vida es crearte a ti mismo", George Bernard Shaw. Escritor irlandés


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¿Quién es Mar Marchante? ¿Nos muestras un poco de ti?

Soy una algecireña enamorada de su ciudad, Algeciras. Enamorada del mar que la acaricia, del mar al que siempre miro y admiro. Mi vinculación con el Mar es muy estrecha. Cuando me fui a Sevilla a estudiar empecé a echar mucho de menos el mar. A mis regresos me pasaba las horas muertas observándolo desde la terraza de la casa de mi madre. Nadie mejor que ella para acertar que me tenía que llamar María del Mar, como la patrona de Almería, de donde ella es.

¿Sueles conseguir lo que te propones?

¡Siempre! Podré tardar más o menos pero al final consigo lo que me propongo.

¿Eres intuitiva? ¿Sueles tener corazonadas?

¡Sí! No soy nada cerebral. Soy muy pasional. Si tengo un sueño, una corazonada o un pálpito… lo persigo. Puedo equivocarme. No me importa. Al fin y al cabo estamos aprendiendo a vivir y a aprender de las equivocaciones.

¿Por qué?

No se puede aprender de los errores ajenos porque no te dejan las cicatrices que son necesarias para aprender por ti mismo.

En algún momento alguien me recomendó que leyera biografías que eran una fuente de inspiración para mejorar uno mismo. ¿Crees que es algo necesario?

Las biografías de los demás son parte de un aprendizaje. ¡Sí! Es cierto, pero es un aprendizaje que se debe de adaptar a tu propia vivencia, así mismo, esa reinvención es la clave del aprendizaje. Me reitero en la idea de que nadie muere en carne de nadie, nadie escarmienta en carne ajena y a nadie le duele como te duele a ti lo tuyo.

¿Te adaptas con facilidad a las dificultades?

Me adapto con dificultad. Soy una persona muy fuerte pero muy sensible. Mi fortaleza empieza cuando creo que estoy totalmente hundida. Cuando toco fondo es cuando me conciencio de que tengo que levantarme. Ya no hay pasos atrás. Cierto es que desde que soy madre me he dado cuenta que tengo una fuerza que desconocía. Soy de llorar mucho, de patalear, de sufrir pero al final, me adapto y progreso adecuadamente.

¿Qué es ser madre?

Ser madre da fuerzas. Ser madre es aprende a usar las alas que te crecen cuando nace tu hijo.

¿Tímida o extrovertida?

Muy extrovertida, pero esto es quizás apariencia. Los escritores en el fondo somos grandes tímidos.

¿Qué defiendes a ultranza?

La verdad, la honestidad. Si hay algo que no soporto es la mentira, las verdades a medias, a la gente que miente, a la gente extremadamente diplomática. Defiendo a ultranza los valores tradicionales: el amor, el respeto, la honestidad, la generosidad - algo que hoy día es muy difícil observar, la gente se ha vuelto muy egoísta -. Defiendo luchar por el sueño que tienes. Yo he estado muchos años pensando que sería escritora y que el libro que escribiera me provocaría un placer infinito. Quizás los sueños puedan ser descabellados pero son sueños, son ilusiones que no se deben de romper. A veces hay que esperar un día o toda una vida para conseguirlos, pero sí, me he dado cuenta de que si se lucha por los sueños se acaban consiguiendo.

¿Quién es tu madre?

Una heroína del destino. Ella es una luchadora. Hablo de ella en un poema que se llama: “Valerosa Amazona”. Desde muy pequeña ha tenido que luchar a diario. La vida es lucha. Ella no tuvo la oportunidad de estudiar, se dedicó a ser las manos que le faltaban a mi abuela. Le ayudó con sus hermanos. Si ella está orgullosa de que yo consiguiera ser profesora, más orgullosa estoy yo de ella. Ella no sabe hasta que término lo estoy. En la etapa más difícil de mi vida tuve que apoyarla a superar un cáncer de mama. En cambio fue ella la que me ayudó a mí a superarme. Anímicamente fue lo que la salvó. Pienso que las personas que perseveran en la lucha son las que alcanzan sin duda sus objetivos.
Yo me miro en el espejo de mi madre para luchar.

¿Quién fue tu padre?

Una persona maravillosa. Por desgracia se fue cuando yo tenía veinticinco años. No he podido compartir con él a mi hijo, ni mis becas, ni mi primer libro… A pesar de ello, veo muchas cosas de mi padre, en mi hijo, en su sonrisa.
Un enamorado de Algeciras. Muchísimas personas le querían y le conocían. Tenía una visión de la vida muy particular, muy especial. Cuando nadie viajaba el había viajado por medio mundo. Visitó París, Roma, Nueva York... Valoraba muchísimo la cultura, el intercambio de sensaciones y de experiencias, probar comidas nuevas, ver otros amaneceres con otros colores diferentes. Es algo que me inculcó. Nos llevaba a mi madre y a mí por toda España. Recuerdo con nostalgia cuando contrataba a guías turísticos en Granada para que yo aprendiera sobre la Alhambra y su “Patio de los Leones”.

¿Cómo recuerdas las navidades junto a él?

Recuerdo que la Navidad era su época fuerte de ventas. El era representante de productos alimenticios. A pesar de ser la época en la que más dinero podía ganar, era en la época en la que más regalaba. Recuerdo los pasillos de casa llenos de regalos para repartir. Mi padre fue una persona muy generosa.
Tengo un recuerdo muy especial desde pequeña. Igual no me hubiese dejado contarlo si aún estuviese vivo, pero por desgracia, como no está lo cuento. Ya no me va a regañar… Todas las Navidades me obligaba a ir en secreto al asilo de Algeciras a llevarle a las monjitas cajas y cajas de productos navideños. Como nunca me dejó decir de quién venían cuando las monjitas me preguntaba yo no podía decirles nada. Ellas me daban un besito en la frente y me regalaban una estampa que siempre guardaba con mucho cariño.

¿Cuáles son tus zonas erróneas?

Eso lo has cogido de un poema que se llama “Testamento” de mi libro “Metáforas de Mar”

No, sino en alusión al libro del Dr. Wayne W. Dyer

¡Ah! Mis zonas erróneas son todas aquellas que han surgido por equivocación. Todas las apuestas fallidas que he hecho, todos los errores que he cometido, todas las veces que he confiado en alguien y he fallado, todas las veces que he intentado cerrar una cicatriz sin puntos de sutura y eso es imposible porque sigue sangrando siempre. Mis zonas erróneas son batallas abiertas que al final no tienen ninguna historia. Supongo que todos tenemos zonas erróneas lo que ocurre es que no todos deciden verlas o enfrentarse con ellas. Creo que hay ser valientes, que la vida no es refugiarse en la mentira, ni en la cotidianeidad o la rutina porque eso no es vivir sino morir cada día un poquito más rápido. En la vida hay que avanzar y encontrarse vivo. Esas zonas llegan a tener demasiado protagonismo en la vida y hay que armarse de valor y decidir afrontarlas, aprender de los errores para no cometerlos de nuevo. Tras ello hay que decidir comenzar la vida de nuevo, dejar el pasado donde se encuentra, no sufrir más por él, a veces, ha podido hacer mucho daño y hacerte a la idea de que la vida es maravillosa, que hay que vivirla a pesar de creer durante un tiempo que se ha estado muerto.

¿Sueles dejar para mañana lo que puedes hacer hoy?

¡Nunca!

¿Donde se encuentran los brotes de esperanzas?

En el día a día, en mi hijo y observar como progresa paso a paso, en la superación de la enfermedad de mi madre; a veces nos damos cuenta de que no es tanto como creemos cuando dan la mala noticia porque luego se puede superar. En mi caso también en la nueva pareja que te invita a salir de la cama con una nueva sonrisa, reforzada, alegre, sin miedos ni engaños. Una persona que me hace sentirme una mujer maravillosa. Los brotes de esperanza los percibo en el sol de cada día, en un amanecer, en agradecer a diario cuando me levanto el seguir viva, en mis amigos que nunca me abandonan…

¿Sueles pensar en la muerte?

Durante un tiempo me atormentaba. Sobre todo cuando murió mi padre. Solo pensaba en eso. Me marcó. Me marcó que estuviese dos días en coma antes de marcharse. Pero ya no pienso en ella. Si piensas en la muerte no vives. Tengo la convicción religiosa en mi Dios que no en la Iglesia. Creo en Dios, creo en los hombres de buena voluntad como él decía, en los hombres que hacen la Iglesia.

¿En quien o en que tienes fe?

Le tengo mucha fe a Juan Pablo II y a la Madre Teresa de Calcuta. Y una fe exagerada a la Virgen de la Macarena. Eso me hace pensar que la vida terrena es un paso y un paso más es la muerte. Todos necesitamos pasar ese trance para regresar, porque regresaremos. Todos regresamos para reencontrarnos con un cuerpo nuevo y una mente nueva. Creo que es un renacimiento, una reconstrucción, una regeneración del ser. Necesitamos morir para volver a nacer.

Convencida de la reencarnación

¡Por supuesto! Con total seguridad. Tanto que creo haber sido en otra vida anterior un ciudadano del foro romano en cuerpo de hombre. Desde siempre he estado vinculada a Roma. Aún, por avatares del destino, no la conozco. Pero tengo la seguridad que algún día volveré.

¿Cómo nace en ti la atracción por las letras?

Desde pequeña comienzo a leer clásicos como Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Machado, Lorca, Miguel Hernández. Yo amaba la literatura. Me enamoré de ellos a primera vista. Yo quería ser escritora. Cuando yo leía un libro sentía, y sigo sintiéndolo cuando leo, que a mi alrededor no existía nada más. La literatura es un Universo que te traga. ¿Has leído “La Vorágine”?

¡Sí!

Pues esa selva que acaba tragándote para mí, a veces, es la literatura. La literatura traga para que olvidemos los problemas de alrededor, para abrir horizontes nuevos. La literatura puede tragarte, embullirte y no darte tregua o salvarte.
En una entrevista me preguntaron en una ocasión que si había algún libro que no pudiera leer. Yo no creo que no haya libros que no se puedan leer sino que hay libros con los que no conectas en tu realidad. En otro momento de tu vida, quizás puedas,  acercarte a ellos. No hay momentos inadecuados o libros inadecuados para la literatura sino momentos en los que tienes que dejar pasar un tiempo para volver a acercarte a ese libro.
La literatura para mí es por una parte Salvación, a veces escribo para defender lo que pienso, es siempre una catarsis, sobre todo cuando escribo poesía y por otra es un grito de denuncia.
Como dijo Huidobro: “El adjetivo cuando no da vida mata”
Quiero crear una literatura imposible, una literatura artística, recreadora, evocadora, cercana. Quiero que las personas que lean lo que escribo,  sientan lo que escribo.
Decía también Huidobro: “Poetas haced que las rosas se conviertan en verso”. Es lo que pretendo.

¿Es el dinero o la fama los motivos de tu escritura?

No escribo a menos que sea por necesidad de escribir, de transmitir.

Poesía e investigación, ¿has pensado en la novela?

Pocos saben que tengo una novela que estoy escribiendo: “El misterio de Adela”, a pesar de ser muy complejo escribir los sentimientos en un género inventado. Hay que saber orquestar muy bien la polifonía de las voces que se suceden en la novela y ello es algo arduo.
Siempre le digo a mi amigo Stewart Mundini otro de los grandes de las letras de Algeciras que la poesía habla de uno mismo, mientras que la literatura de la novela es la otredad, es el hablar del otro. Yo no puedo ser objetiva, casi siembre soy subjetiva, así que si quiero hablar de sentimientos no puedo inventarlos.

Si no escribes por escribir, sino por escribir bien debes de hablarme de Álvaro Calvete

¡Bueno! Álvaro es amigo mío, compañero de profesión somos profesores.
Le decía a él cuando estaba leyendo “La enviada de Dios”: Álvaro estoy leyendo “El Código Da Vinci”. Vi tan logrado, tan cohesionada la trama, los detalles que me parece un escritor magnífico. Álvaro tiene una mente maravillosa. Su primer libro: “La Alianza de los Reinos” es muy buen libro. Es un libro de literatura artúrica del Medievo, pero el salto que ha dado hacia la intriga y el thriller psicológico, con sus encuentros y desencuentros con el destino me parece increíble. Ese salto temporal de la literatura artúrica de novela medieval a ese thriller psíquico me sorprendió.

¿Consideras que hayas conocido en alguna ocasión la felicidad?

El día más feliz de mi vida fue cuando nació mi hijo. Yo creía que ese día sería el tope. Pero no. Ahora estoy pasando una felicidad muy bonita, mucho más madura, más reposada, más serena, sabiendo lo que quiero. Creo que en la vida, salvo ocasiones especiales, la felicidad absoluta como valor no existe. La felicidad con mayúsculas no se puede tener todo el tiempo. Quizás sean instantes y esos son los que llenan, a los que hay que aferrarse. En estos instantes puedo decir que he encontrado una pareja que me hace inmensamente feliz, que es genial con mi familia, con mi hijo, conmigo y con mis amigos.

¿En que momento le encuentras?

Cuando menos creía que aparecería. Llegó en un momento en el que me encontraba desnuda en la vida. Fue un momento en el que me di cuenta de que el proyecto de vida en el que invertí diecisiete años se vino abajo. No tenía fuerzas para mirarme al espejo. El me enseñó que si no me quería a mi misma no podría querer a nadie. De repente aprendí a quererme y a quererle. Apareció en mi vida como un mago. Es una persona honesta, honrada, con unos valores morales increíbles, una persona que admira mucho mi trabajo, que me valora, me anima, me apoya. El es Luis.    

¿Has cumplido algún sueño de cuando fuiste niña?

Ser profesora, ver mis libros publicados, ser madre… Muchos.

Un sueño por cumplir

Ir a Roma, ser Jefa de Estudios en un colegio.

Un secreto

Ya he hablado de mi gran profesión y devoción por la Virgen de la Macarena. Poca gente sabe que cada año que estudiaba en Sevilla iba a verla. Ahora que ya no estoy en Sevilla la noche que sale del templo la espero en Canal Sur Televisión a que procesione. Además tengo prometido llevar a mi niño a verla. Te cuento algo más. Mi hijo es muy Macarenito. El siempre, como yo, ha sido un niño atípico. A mí no me gusta la gente muy común, no es mi estilo ir con el rebaño, me gusta marcar la diferencia, salir de la norma y mi niño no se dormía con ninguna nana, sino con la marcha de la Macarena. Y claro le cantaba el Himno de Carlos Cano que dice: “En el árbol de la Macarena…” Cuando alguien dice Macarena dice: “Macarena, guapa, guapa y guapa” y solo tiene dos añitos.

¿Qué opinas de las penurias que están ocurriendo hoy día?

Durísimo. Lo que si he podido comprender de las circunstancias que se están viviendo, de las situaciones que hacen que muchos sobrevivan, es que los ricos cada vez son más ricos y los pobre menos agraciados, más pobres. Que hay un montón de gente solidaria que hace mucho y no se sabe, que cuando se está en sitios complicados se conocen gente buena, gente que seguramente si la ves por la calle no llegas a conocerles. Cuando esto ocurre, cuando te das cuenta de los dramas que acechan a las familias, en ocasiones te sientes privilegiado a pesar de tus problemas. Hay gente que siguen apostando por la humanidad, que siguen ayudando a los demás, que te llaman para saber cómo sigues, personas con un corazón enorme, que sigue habiendo personas que aportan y aportan en positivo. Aunque también las hay muy malas que si te ven mal te pisotean en vez de ayudarte. A esas personas no les deseo el mal, al fin y al cabo, necesitarán suerte. La necesitarán tarde o temprano. Este tipo de personas nunca acaba bien.

Tu máxima

“No hacer mal a nadie”. En las circunstancias adversas siempre se encuentran grandes personas, grandes amigos que no esperabas encontrar en el camino. De todo lo malo se puede sacar algo bueno por pequeño que sea. Por ello merece la pena pasar los malos momentos.




María del Mar Macarena Marchante Ortega

Juanjo Sánchez ©
22 de mayo, 2015